Por Alfredo Zaiat (pagina 12)
No tiene la trascendencia del juicio al sacerdote Christian von Wernich ni la dimensión de los aberrantes delitos juzgados en ese tribunal. Sin embargo, en una pequeña sala en la sede de Comodoro Py se está desarrollando desde hace pocas semanas otro juicio oral y público que tiene la fuerza de poner en el banquillo de los acusados a otro poder que se considera hasta tan intocable como la Iglesia: el financiero. Tan sagrado se observa a sí mismo que busca por todas las vías evitar su difusión en un bochornoso pacto de silencio sellado entre todos los integrantes de la logia máxima del dinero. Ese juicio, cuya sentencia se conocerá el próximo mes, tiene el valor de revelar cómo el sistema financiero, en este caso la rama de las AFJP en ese árbol de la codicia, posee la virtud de presentar la estafa como algo natural. El escándalo involucra a la AFJP Siembra, cuando pertenecía al Citibank, y a la agencia bursátil Rabello. Este juicio alcanza a financistas de esas compañías investigadas. Los perjudicados por las maniobras que se están ventilado en el estrado fueron los trabajadores aportantes a esa administradora, porque sus respectivos ahorros jubilatorios sufrieron pérdidas por operaciones irregulares. Como muestra de la existencia de una doble moral para juzgar situaciones similares del mercado bancario, no se escuchan cacareos de alarmas por el perjuicio a los futuros jubilados por ese caso, como sí los hubo cuando se implementó el canje de los bonos en default y ahora con la manipulación del IPC y, por lo tanto, del coeficiente de actualización CER que ajusta a parte de la deuda pública. Página/12 informó en exclusiva en sucesivas notas (la primera el 11 de marzo de 2002), realizadas por el periodista Julio Nudler, el desarrollo de este escándalo, que en general los otros medios de prensa ignoran por algún motivo superiorLa maniobra era tan simple, que ofende a la idea de sofisticación del negocio financiero. Si la cotización de la acción comprada bajaba, el papel se asignaba al fondo de Siembra, y así la pérdida era contabilizada por los trabajadores que ahorraban para su jubilación. En cambio, si el precio de la acción subía, otro era el comprador y se llevaba la ganancia. Para ello se había constituido un acuerdo entre operadores de Siembra y de Rabello. El primero le indicaba al segundo ejecutar la operación de compraventa, que se realizaba con Cedears (certificados representativos de acciones extranjeras), a través de una comunicación por un teléfono celular, para no dejar registro
Pablo Miguel Salvemini era el operador de Siembra, el Citi lo despidió con causa, estuvo prófugo, lo encontraron en Villa Gesell y está preso. A principios de este mes, en el juicio oral y público, declaró:
- “Nadie me regaló nada. Yo sé cómo opera un mercado financiero. Nadie de la CNV sabe lo que yo sé de mercado.”
- “Nadie me dijo que yo no podía operar por celular. Ninguno dice la verdad. El celular es como la raqueta para el tenista.”
- “A mí no me pagan para ser prolijo, yo era el 9 goleador. Para eso me pagaban, para hacer goles.”
- “Los Cedears los han creado para que ganen los bancos extranjeros.” Alejandro Pablo Milito Bianchi era uno de los operadores de la casa de bolsa Rabello desde 1991. Antes trabajó en el Banco Roberts. Desde Rabello, se ocupó de negocios de Renault por el vínculo de José Javier Goñi con Manuel Antelo, ex dueño de la terminal francesa en Argentina. Estuvo prófugo .y declara ante la justicia-
Este juicio, además, tiene la importancia de exhibir la red de protección para los miembros poderosos del sistema financiero. Red que implica, a la vez, una evidente indefensión de quienes invierten voluntaria o involuntariamente (los trabajadores con sus aportes previsionales) en el mercado de capitales. En este caso, de casi nula difusión en los medios de comunicación, fueron partícipes, no una entidad aislada, sino varias y de diferentes segmentos del mercado: una AFJP (Siembra), una sociedad de bolsa extrabancaria (Rabello), un banco internacional (el Citi, dueño de Siembra, AFJP que luego vendió a Met) y otro banco nacional (Privado de Inversiones). Las víctimas fueron los trabajadores afiliados a la AFJP.
azaiat@pagina12.com.ar
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