9 de Mayo: Es hundido el pesquero argentino "Narwal" por la aviación inglesa, quienes también atacaron con cohetes y ametrallaron a las embarcaciones de salvamento. 1 muerto y 13 heridos.
Mientras, el pesquero argentino Narwal se encontraba navegando en 52º 45' S y 58º 02' O, fue atacado por dos Sea Harrier, (Fl Lt Morgan y Lt Cdr Batt), con bombas y cañones; luego, cuando parte de su tripulación había abandonado el buque, fue abordado por un helicóptero, (Lt Cdr Pollok del 846 Sgdn Hermes), y capturado por personal de comandos. El Narwal se hundió al día siguiente mientras era remolcado. Entre los prisioneros, veinticinco en total, uno falleció, y doce resultaron heridos
Capitán del pesquero NARWAL
"Somos atacados por aviones ingleses en latitud 52 grados 45 minutos y longitud 58 grados 02 minutos. Tenemos heridos graves...El pesquero se esta hundiendo nos quedan 30 minutos a flote. Hemos lanzado al agua un bote color naranja para los heridos graves. En los botes no tenemos radio...abandonamos el buque 25 hombres. falleció uno de los heridos. El avión ingles nos sobrevoló atacando y destrozando las balsas...Resta un bote para los 25 que quedamos. Requerimos ayuda urgente... Hunden el bote que queda. Nos arrojamos al agua. Viva
Relato del maquinista del Narwal, Sr. Feliciano Miño
En Mar del Plata subió un oficial de la armada, creo que de inteligencia, nosotros no lo supimos hasta que comenzó el ataque; allí recién se identificó. Ibamos en apoyo de algún eventual salvamento, o simplemente,estimo, para observar los desplazamientos bélicos en la zona. Eramos un total de veinticuatro hombres plenamente consustanciados en la tarea de hacer algo por nuestra tierra, queríamos que nuestros hijos estuvieran al margen del yugo impuesto por los piratas ingleses. Todos sabíamos que nos jugábamos la vida en la empresa, lamentablemente se perdió una vida y muchos heridos. A nadie escapa que durante la guerra cayeron muchos de nuestros soldados, pero también hubo bajas entre la población civil, que de una manera u otra hacía lo suyo contra el enemigo. De los nuestros cayó Omar Alberto Rupp, el contramaestre que murió sin conocer a su hijo, ya que su mujer tuvo familia cuando navegábamos. Llevaba un triciclo a bordo como regalo para el pequeño, y, al momento de morir, nos pidió que cuidáramos de su familia. Murió en la cubierta con la pierna izquierda destrozada por la metralla de los aviones.
El oficial de marina se identificó como Juan Carlos González y gracias a él pudimos salvar la vida. Esa mañana estábamos navegando y si se podía pescábamos algo, estábamos cerca de la flota inglesa, escuchábamos los cañonazos. Ese domingo 9 de mayo, eran aproximadamente las 09:00 hs, estaba lluvioso y frío, con mar seis o siete, medio agitado y descansábamos mientras navegábamos pero siempre alertas. De pronto, se sintió un impacto en la popa, que atravesó varios compartimentos y en el camino hirió gravemente a Omar que se hallaba en el taller de electricidad.
El Narwal era un buque de 350 toneladas, de sesenta metros de eslora y diecisiete de manga; un barco chico. Yo estaba en la cucheta cuando nos impactaron, creo que fue un misil, enseguida, y después de un instante de zozobra comenzó el griterío. Lo vimos a Rupp gritando, con una pierna menos. El enfermero Gómez hizo las primeras curaciones, pero era imposible hacerle un torniquete para parar la hemorragia, dado que la pierna había sido arrancada casi desde la ingle. Le dieron morfina para atenuar el sufrimiento y alguna bebida, pero debía de ser insoportable.
Estuvo unos cuarenta minutos en cubierta, a pesar de que los aviones ingleses continuaban pasando y tirando. Nosotros no teníamos ningún arma para defendernos, era tanto nuestro miedo, que algunos nos metimos en la cocina y cubrimos nuestras cabezas con las ollas. Una cosa es contarla, y otra es vivirla.
Yo me quedé sin aceite para la máquina pero seguíamos igual, quedé a cargo de la máquina y paré el generador cuando comenzó a entrar el agua, estaba con Wens y era lo único que podía hacer. De mis compañeros del Narwal, recuerdo a Bussed, Carballo, Domínguez, Esquivel, Fabiano, López, Lucaiolo, Ferrero, Fulgenzi, García, Solca, Gómez (Juan y Norberto), Merino, Reinoso, Rodríguez, Zaragoza, Zelasco, los uruguayos Chandot y Jesús Morales, y el paraguayo Wagatta. Tratábamos de tapar los orificios más grandes con lo que podíamos, era imposible achicar normalmente, las balas seguían atravesando el barco pero flotábamos.
Ya se había dado la orden de abandonar el barco. Eramos un blanco fijo y los aviones no cesaban en su afán de destrozarnos, aún a sabiendas que no teníamos con qué responderles; me acuerdo que me lancé a una balsa con unos compañeros y allí apareció ese maldito avión, nos ametralló impiadosamente, de milagro no nos mató a todos, pero la balsa de caucho, se hundió en segundos. Algunos trataban de desarmar las puertas para usarlas como flotantes, había peligro de tiburones ya que es una zona donde habitualmente se pueden encontrar. Eramos una docena de heridos, sufrí el impacto de las esquirlas de la metralla en el ojo y la mano izquierda. A Zaragoza lo hirieron en la columna, y aún tiene la esquirla.
Minutos más tarde aparecieron aviones y helicópteros Sea King. Pero ya no nos atacaron, los primeros aviones, luego del ataque inicial nos ordenaron por radio variar el rumbo, pero no les hicimos caso, estábamos en aguas argentinas y nadie nos podía hacer cambiar el curso, después de varios ataques quedamos al garete, ya no podíamos hacer nada más. Estábamos sin timón, sin radio y con peligro de hundirnos en cualquier momento ante un nuevo ataque.
Ametrallaron un generador auxiliar que pusimos en cubierta para tener luz y atender a los heridos. Ya no había nada que hacer. Los ingleses nos rescataron luego de estar unos veinte minutos tratando de mantenernos a flote en medio del agua que estaba muy fría, con una lluvia que nos calaba hasta los huesos. Fui el segundo al que rescataron los helicópteros, vi que en un costado decía USA pero tenía muy poca visión por las heridas; nos llevaron a un barco y, posteriormente, al Invincible.
Nos atendieron muy bien, la enfermera era deprimera, allí estuve con tres compañeros. Parecía otro mundo; nos dieron cigarrillos, buena comida y excelente atención médica, inclusive vimos algo de televisión.
Los ingleses se asombraron cuando pedimos elementos para higienizarnos, cepillos de dientes y maquinitas de afeitar, igual pasó con el tema de los cubiertos, pensaban que éramos indios, después nos trataron con mayor deferencia. Diez días más tarde, luego que me operaran la mano izquierda, nos trasladaron al buque hospital Uganda, y de allí a Montevideo, en el barco Hecla, de allí a Buenos Aires en el aviso Piloto Alsina el 3 de junio.
PUBLICADO POR REVISTA GENTE UN 13 DE MAYO DE 1982-
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