1 Mayo 2008
Cinco años desde que Bush “ganara” la guerra en Irak
Hoy se cumplen cinco años del día en que George W. Bush, que se salvó de pelear en Vietnam gracias a los contactos de su familia, aterrizó vestido de piloto en la cubierta del buque USS Lincoln para dirigirse al mundo bajo una pancarta en la que se leían las palabras: “Mission Accomplished”.
En aquel momento Bush pensaba que con poner al frente del Ejecutivo iraquí al corrupto lobista Ahmed Chalabi, y dejando unas 20 mil militares en tierra, el asunto estaría resuelto.
Otro país democratizado por proceso express, y servil hasta la última gota de petróleo, para agregar a la lista de los que pensaba "liberar" en su cruzada personal: la Guerra Global contra el Terror.
De aquel discurso, que pasará a la historia universal de la infamia y la estupidez, vale la pena rescatar un párrafo:
Al vencer a la Alemania nazi y al Imperio japonés, las fuerzas aliadas destruyen ciudades enteras, mientras que los enemigos que empezaron el conflicto permanecieron seguros hasta el final. El poder militar fue empleado para terminar con un régimen destruyendo una nación. Hoy tenemos mayor poder para liberar a una nación quebrando a un régimen peligroso y agresivo. Con las nuevas tácticas y las armas de precisión, podemos alcanzar objetivos militares sin dirigir la violencia hacia los civiles…
Como bien menciona Juan Cole, si tomamos en cuenta que más de 200 mil iraquíes han muerto hasta hoy, que ciudades como Faluya han sido reducidas a escombros igual que la mismísima Dresden, comprobamos que este es el pasaje más premonitoriamente perverso e ineficiente de todo lo que dijo aquel 1 de mayo de 2003.
Abril, el mes más sangriento
Abril ha sido el mes más sangriento para los EEUU desde 2007, con 50 soldados muertos. Pero también para los iraquíes, 1.745 civiles, debido no sólo a los atentados suicidas sino a los ataques de los últimos días en Ciudad Sadr.
En el enfrentamiento que tuvo lugar ayer, como si se tratase del Tsahal, los comandantes de EEUU achacaron la culpa a la insurgencia, ya que dicen que usaron a la población local a modo de “escudos humanos”.
Cuando en realidad se trató de una lucha frente a frente con los soldados norteamericanos a la que se respondió de manera brutal y desesperada con misiles que mataron a mujeres, ancianos y niños en este miserable distrito de Baghdad, que cuenta con 2,5 millones de habitantes, y en el que desde marzo han perdido la vida 925 personas.
Una larga lista de despropósitos
A esta orgía de sangre, mentiras y despropósitos hay que sumarle el esperpéntico espectáculo de torturas dado en Abu Ghraib, al que se debe añadir, abriendo un poco el plano, la aceptación legal de la tortura "waterboarding" por parte de EEUU, los vuelos secretos de la CIA y Guantánamo.
También se debe mencionar los casi dos millones de refugiados, que no terminaron en EEUU, sino en países vecinos como Jordania y Siria, que son los que llevan la carga brindar atención a estas personas.
Hace poco, en relación a los piratas, reflexionábamos sobre cómo los estados fallidos contribuyen a incrementar la seguridad en el mundo.Si observamos la lista de estados fallidos de 2007 de Foreign Policy, en los primeros puestos se encuentran tres países en los que la mano de Bush actuó directamente: Irak, Afganistán y Somalia.
Un mundo menos seguro
Y el último error garrafal de la administración Bush, señalado por Daniel Kroslak en el Herald Tribune, y en relación a Somalia, ha sido incluir en su lista de grupos terroristas - algún día se debería crear también un ranking de Estados que difunden el terror - a la organización islámica al-Shabaab, cuyos miembros pertenecen al clan hawiye, que controla Mogadiscio.
Justamente en el momento en que el primer ministro somalí, Nur Hassan Hussein, ha puesto en marcha una oferta de diálogo con todos los grupos del país para tratar de pacificarlo de una vez por todas.
Propuesta que incluye a al-Shabaab, pero que no podría avanzar debido al veto de EEUU, y que parece ser hoy la única viable para terminar con el caos que ha generado 750 mil desplazados internos en los últimos 15 meses, y que tiene al borde de la hambruna, y casi sin posibilidad de ayuda humanitaria, a 2,5 millones de personas.
Si el día en que, tras el atentado contra las Torres Gemelas, Bush se quedó rumiando en silencio sus ideas frente a una clase llena de niños, pensó que sería la oportunidad para crear un planeta más seguro – además de hacer aún menos pobres a sus amigos empresarios neoconservadores – lo cierto es, cuando abandone la Casa Blanca en enero de 2009, habrá dejado a sus espaldas un legado de destrucción y muerte que, en estos momentos, parece imposible de arreglar.
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