composición Islas Malvinas

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Pvcia.de Tierra del Fuego,Antártida,Malvinas é Islas del atlántico Sur

lunes, 5 de mayo de 2008

Deterioro del salario en el reparto de la riqueza

Deterioro del salario real

Por Damián Kennedy *

La cuestión de la participación asalariada en el ingreso ha vuelto a ser tema de debate en distintos ámbitos. ¿Cómo fue su evolución en los últimos 15 años? En 1993, era del 46 por ciento, se redujo al 40 por ciento en 2001 y se derrumbó al 28 por ciento luego de la devaluación. Con el crecimiento económico apenas recuperó la mitad de esta caída, alcanzando en 2006 el 33 por ciento. De 2007 no podemos decir nada por la falta de información confiable, producto de la lamentable intervención del Indec y la manipulación de las estadísticas oficiales.

Ahora bien, ¿qué hay detrás de estos números? ¿De qué depende la evolución de la participación asalariada? Fundamentalmente, de la evolución de dos variables: la productividad (que expresa cuánto es lo que en promedio produce cada trabajador) y el salario real (que indica cuánto de lo producido efectivamente recibe). En términos generales, los incrementos de productividad resultan en una mayor producción tal que, sin variar el poder adquisitivo del salario (igual cantidad de bienes), se incrementa el excedente o plusvalía. Así, a priori no sería extraño encontrarse con una tendencia decreciente en la participación asalariada, que sólo puede ser compensada por incrementos del salario real o de la cantidad de trabajadores.

En este marco, desde el principio de los noventa encontramos una expansión de la productividad del orden del 19 por ciento (10 por ciento en la convertibilidad y 9 por ciento en la posdevaluación). Evidentemente, esta evolución no alcanza para explicar la caída de la participación de los trabajadores señalada inicialmente. Lo que además se verifica es un deterioro del poder adquisitivo del salario de más del 22 por ciento, que corresponde un 12 por ciento a “los noventa” y un 10 por ciento al período actual. Es decir, si bien desde 2003 el salario real se recuperó del derrumbe provocado por la devaluación, aún se encuentra un 10 por ciento por debajo de su nivel de 2001. De hecho, es justamente por esta razón que a pesar del gran crecimiento del empleo en el último tiempo, los indicadores de pobreza y desigualdad muestran hoy valores similares a los de mitad de los noventa, cuando la tasa de desocupación era el doble de la actual.

El panorama se torna aún peor cuando extendemos la mirada más atrás: el salario real de 2006 es un 20 por ciento menor que el de mediados de los ochenta y un 33 por ciento menor que el de la primera mitad de los setenta. ¿Qué rol juega esta reducción del salario real? Cuando el salario no alcanza a cubrir los bienes que los trabajadores y sus familias necesitan para su reproducción, éstos están “cediendo” no ya plusvalía en general, sino también una plusvalía extraordinaria. En este sentido, podemos ver cuál debiera haber sido la participación asalariada en el ingreso de haberse mantenido constante el salario real de un año, de modo que la diferencia entre ésta y la participación que efectivamente tienen los asalariados será la plusvalía extraordinaria. Si se parte del salario real de 1993, la porción que se les “escapa” a los trabajadores por la baja de su salario real es, en relación con lo que percibirían sin ningún deterioro, del 12 por ciento en los noventa y del 21 por ciento en 2006. Si, en cambio, el punto de partida es el salario real de principios de los setenta, estas proporciones son de un 25 por ciento y 32 por ciento, respectivamente.

De esta forma, el proceso de acumulación de Argentina tiene como uno de sus rasgos específicos la producción de plusvalía extraordinaria basada en la reducción lisa y llana del salario real. Y esto se encuentra presente desde el Rodrigazo y la dictadura militar hasta la actualidad, más allá del “modelo económico” imperante y del signo político de los distintos gobiernos, independientemente del juicio que nos merezcan las distintas medidas políticas de cada uno de ellos. Un proceso de crecimiento no puede tener al bajo salario real como una de sus bases, no sólo por las obvias razones morales sino porque –fundamentalmente– está minando su propio futuro.

* Conicet/Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo dkennedy@econ.uba.ar

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