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martes, 29 de abril de 2008

El clima social influye en la violencia escolar

El clima social influye en la violencia escolar


“Nuestros chicos son los hijos del piquete y del cacerolazo.” Clarisa Rueda de Morrone, madre de dos alumnos del colegio San Martín de Tours, de Palermo, cree que el clima social es el detonante de la creciente violencia juvenil en las escuelas.
“Las conductas violentas las aprenden en la casa, pero también en la televisión, en la calle, en el deporte, en la agresividad de los dirigentes y en la situación de conflicto diario que vive nuestro país”, dijo, al responder a la visión transmitida por el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, que hace dos semanas había atribuido a los adultos, especialmente a los padres, la responsabilidad por los episodios de violencia escolar.

“Nuestros chicos son los hijos del piquete y del cacerolazo.” Clarisa Rueda de Morrone, madre de dos alumnos del colegio San Martín de Tours, de Palermo, cree que el clima social es el detonante de la creciente violencia juvenil en las escuelas.
“Las conductas violentas las aprenden en la casa, pero también en la televisión, en la calle, en el deporte, en la agresividad de los dirigentes y en la situación de conflicto diario que vive nuestro país”, dijo, al responder a la visión transmitida por el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, que hace dos semanas había atribuido a los adultos, especialmente a los padres, la responsabilidad por los episodios de violencia escolar.

La opinión de Morrone es compartida por muchos padres, según testimonios recogidos por La Nacion. Se trata de un problema que todos reconocen como creciente y que tiene vinculación directa, dicen, con el relajamiento en las normas de conducta, la falta de límites y la influencia de los medios, especialmente la TV, en los chicos.

“Los padres son los que tienen la mayor responsabilidad, pero no son los que más tiempo están con los chicos. En las escuelas pasan entre cuatro y cinco horas, y es muy difícil encontrar una familia en nuestros barrios que pase tanto tiempo con los hijos”, dijo Héctor Hugo Salatino, profesor de institutos superiores de formación docente desde hace 26 años, al admitir la misma preocupación.

En una entrevista Tedesco había dicho que la raíz del grave problema no está en los colegios ni tampoco en los chicos. Y se preguntaba: “¿Dónde aprenden los chicos estas conductas y quién se las está enseñando? No es la escuela ni son los maestros".

“El argentino, en general, es transgresor. Pero la responsabilidad es propia de los que dan el ejemplo, que son todos aquellos que asumen algún liderazgo. No se piensa que uno es el primero en dar el ejemplo. Esto no es de ahora: lleva décadas”, dijo Alicia Carballo, madre de un alumno de secundaria de un colegio bilingüe de la zona norte. “Desgraciadamente, la violencia se arraiga cada vez más en la sociedad", advirtió.

“Las sucesivas crisis del país han minado el espíritu de muchos. Un país sin meritocracia, donde está generalizada la idea de que no ganan más quienes más se esfuerzan, lleva a la desazón y al desánimo. Eso lo perciben los hijos”, dijo Carballo.

“Los niños son lo que ven y escuchan. Y vivimos en una sociedad que cada vez respeta menos al otro y donde los medios de comunicación transmiten mensajes que hacen creer que lo correcto es lo incorrecto. Eso influye en la pérdida y la degradación de valores fundamentales”, opinó Clarisa Rueda.

Gravitación de los medios

El poder amplificador de los medios de comunicación en lo que hace a malos ejemplos, conductas violentas y destructivas, asoma en las preocupaciones de los padres.

“Basta con prender el televisor. Desde los piquetes a cara cubierta y palos, hasta los noticieros que compiten en mostrar cada vez más detalles de asesinatos y violaciones, o las series en las que matar es algo normal, todos desvalorizan la vida humana”, dijo Graciela Crosbie de Guglielmetti, madre de un alumno del secundario de la Escuela Argentina Modelo.

“Frente a programas que hacen culto de la viveza criolla, la burla y la inmoralidad, y donde todo es relativo y justificable, a los padres nos cuesta cada vez más educar a nuestros hijos. Lo bueno, lo valioso, lo ejemplar, se toma como antiguo y absurdo. Es como remar siempre contra la corriente”, dijo entristecida.

Pastor Jiménez, padre de una alumna de 5° grado del Colegio San José Obrero, de San Francisco Solano, también cree que es muy difícil imponerse frente al poder de la TV. “Estamos todo el día afuera; tenemos que trabajar; llegamos cansados y no hay tiempo para conversar”, dijo, con culpa.

“Hoy aprenden todo de Internet. También de los celulares: bajan los videos de las peleas escolares y se mandan las fotos por mensajitos”, se quejó María Isabel González, madre de tres alumnos de 5º, 7º y 9º año de Berazategui.

Isabel del Carril, madre de una alumna de secundario del Liceo Francés, pone el dedo en la llaga: “Todos los adultos somos responsables por omisión, comenzando por el Estado y los propietarios de los medios de comunicación. ¿Cómo educarán a sus hijos los dueños de los canales de televisión? ¿Les pondrán freno a las escenas de violencia?”, reflexionó.

Límites y coraje

El ministro Tedesco pidió límites y coraje para combatir la permisividad. En eso coinciden muchos adultos consultados, que hicieron una autocrítica.

“Deberíamos conocernos, reunirnos con los padres de los chicos que participan del entorno de nuestros hijos. Tenemos la obligación de hacernos un tiempo”, dijo María Isabel González, de Berazategui. “Hay que tratar de fijar normas de convivencia y hacernos tiempo para escuchar a nuestros hijos y entender su vocabulario para acompañarlos y estar más cerca de ellos", agregó.

“Tenemos muchísimos casos de padres que vienen a la escuela y nos dicen: «Pónganle límites porque en casa ya no sabemos cómo hacerlo». Pero cuando la escuela adopta una medida, aparecen padres sobreprotectores que amenazan con denuncias y juicios porque sienten que no se debe poner ningún límite a sus hijos”, advirtió el padre Salatino, representante de una escuela del Obispado de Quilmes.

Dijo: “En muchos casos, docentes y directivos se encuentran en una encrucijada por la falta de responsabilidad de los padres, que no asumen su rol de primeros educadores". Y concluyó: “Más que de permisividad, debemos hablar de verdadero abandono de los padres, de los docentes y del propio Estado, que no tiene una profunda política educativa que vaya más allá de la mera contención en las escuelas”.

Para la terapeuta familiar Alicia Zanetti de Savanti, la violencia excede el ámbito de la escuela, pero no exime a ésta de su responsabilidad específica. “Cada vez que al cuidado insuficiente de los padres se suma la ausencia sistemática de los maestros, los niños quedan solos, a expensas de la difusión de modelos identificados con la imposición de la fuerza como método más rápido y eficaz para la resolución de conflictos”, explicó.

Carmen María Ramos

nota cedida gentilmente por boletin argentino

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