Ya hablé largamente sobre dos típicas criaturas de la excepcionalidad, como son Carrió y Lanata. Ambos personajes, que cruzan todo el tiempo la frontera líquida entre lo siniestro y lo ridículo, pertenecen a una categoría que, dudo, sea posible hallar en países con tradición democrática más afianzada. Ambos, en condiciones de normalidad institucional, resultan invisibles. Inexistentes. La normalidad no necesita de personajes así. En cambio, en los oscuros canales de lo excepcional, se mueven como pez en el agua.
Otro de estos seres es Luis Juez, un charlatán pelotudo de los que terminan (como suelen decir los yanquis) abriendo tanto la boca que al final se cae dentro. No solamente inauguró una deleznable práctica de mariconería política denunciando a gritos un fraude improbable cuando perdió las elecciones que se había autoconvencido que iba a ganar, sino que ahora, candidato antikirchnerista despechado y cultor de una palabrería diarréica salpicada de chistes malos destinados a crear simpatía, pasea su veborragia por cuanto medio se le pone a tiro, quedando a merced de su propia lengua. Y ese es el principal problema.
Individuo pasional, es uno de esos casos patentes del que habla más rápido de lo que piensa. Ya se encontró insultando a la Presidenta, no sólo como tal, sino como mujer, asumiendo un papel de compadrito al pedo y abusador de género bastante repugnante.
Anoche, invitado en Tres Poderes, marcó récord de idiotez al violar un off al aire con los periodistas (naturalmente bien predispuestos a cualquier opción opositora), que lo único que logró fue una respuesta violenta de Rozín ("lo que dijiste no me gustó un carajo") y lo dejó pidiendo disculpas a repetición, sino que embistió además contra los radicales cordobeses, acusándolos de "haber pasado por la oficina de Randazzo a cobrar el billetazo", con lo cual se ganó el repudio de Gerardo Morales y Gil Lavedra, no ya como radicales, sino como socios en el resto del país.
Palabras más, palabras menos, otra vez posó convencido de que gana por el 50%, con lo cuál, a prepararse para los chillidos del 29, puesto que va de suyo que si gana por menos, VA A DENUNCIAR FRAUDE.
Este gran boludo, marca cañón para más datos, que estuvo además a punto de reinvindicar a la Revolución Libertadora como "epopeya cordobesa", pareciera ser la reencarnación de otro cordobés singular, Enrique Badesich, el "diputado Bromo-Sódico", cuya breve biografía puede leerse (y lo recomiendo, porque es muy interesante) en el blog Argentina, de memoria.
Criaturas de la excepción, fauna que prospera en este país generoso.
MP
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