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jueves, 8 de enero de 2009

La estrategia israelí para Gaza: más censura, más violencia, más muertes de inocentes


La ofensiva militar israelí en Gaza intenta enmendar los errores cometidos en la guerra de 2006 contra Hezbolá. Quiere de algún modo exorcizar los fantasmas del fracaso en el Líbano, de las imágenes los chicos del Tsahal que volvían llorando del frente al tiempo en que los milicianos chiíes resistían cada embate contra Bint Jbeil. Restituirle su buen nombre y el de los políticos que alentaron los ataques.
Se basa en dos ejes fundamentales: una feroz campaña de prensa, y un aumento del poder de fuego que busca evitar la muerte de los propios soldados, al tiempo en que provoca aún más fallecidos entre los palestinos.

Más violencia

El Ejército de Israel ha dejado constancia en innumerables ocasiones de su falta de respeto por los civiles durante los conflictos, como demuestra la larga lista de masacres que ha perpetrado a lo largo de los años.

Pero en esta ocasión, según admiten algunos analistas militares israelíes, su conducta podría estar siendo aún más opuesta a los principios fundamentales del Derecho Humanitario y la Cuarta Convención de Ginebra.

“El incidente en que 40 civiles palestinos fueron asesinados cuando el Ejército lazó morteros contra una escuela de la ONU el pasado martes no sorprende a los que hemos seguido los eventos en Gaza durante los últimos días. Oficiales de alto rango admiten que han estado usando un enorme poder de fuego”, escriben Amos Harel y Avi Issacharoff en Haaretz.

“Para nosotros, ser prudentes significa ser agresivos”, citan a un militar hebreo. “Desde el minuto que entramos, actuamos como si estuviéramos en guerra. Y eso causa un enorme daño en el terreno. Espero que los que huyen del área describan la conmoción”.

Este aumento del poder de fuego no es espontáneo sino que responde a una estrategia articulada de antemano, a una lección aprendida del conflicto de 2006 contra Hezbolá: evitar, al precio que sea, las bajas entre las propias filas.

“Después del trauma de la guerra de Líbano, el ejército comprendió que el alto número de muertes entre los soldados desgasta el apoyo del público (y, especialmente, el de los políticos) y reduce las posibilidades de alcanzar las metas. Por eso está usando técnicas agresivas para salvar las vidas de los soldados”.

Mayor propaganda

Como bien señala el artículo, este aumento del empleo de la fuerza, se traduce, como contrapartida, en un incremento sustancial en el muerto de palestinos inocentes, que en este decimotercer día de ofensiva alcanza los 700, entre los que se cuentan 219 niños.

Menciona el ejemplo de la familia Samouny, que el lunes perdió a 31 integrantes cuando un misil cayó en su casa en la ciudad de Gaza. Del mismo día, a los 13 fallecidos de la familia Al Daiya. Y, del martes, por supuesto, a los 40 inocentes que se habían refugiado en la escuela de Yabalia.

Lo que comenta al final del artículo es que, a diferencia de otros conflictos, en esta ocasión la prensa internacional poco eco se ha hecho de estas masacres.

Esto no es casual tampoco. Algunos informes señalan que no sólo la campaña militar, sino la de prensa, han sido planeadas con más de seis meses de antelación por el gobierno israelí.

Con respecto a la prensa, cuenta con activistas israelíes para los blogs, con sitios específicos en You Tube, Twitter y Facebook. Los periodistas extranjeros en Israel recibe decenas de SMS al día. La ministra Tzipi Livni está en un constante diálogo con reporteros de todo el mundo. Va con una comitiva de 80 a Sderot, minutos después aparece en CNN, luego atiende a una radio, según narra Kim Sengupta en The Independent.

El mensaje está estudiado: echar la culpa a Hamás, aunque esto significa retorcer los argumentos hasta el límite de la razón. Los portavoces del Ejército y del Ejecutivo lo repiten a todas horas. Tanto sea el ataque contra las escuelas de la ONU, como el asesinato de 21 paramédicos palestinos, como del ataque a un convoy de la Cruz Roja Internacional. "Si Hamás no lanzase Kassam, nada de esto sucedería".

Al mismo tiempo, la censura israelí impide a los periodistas extranjeros entrar a Gaza (parece que ahora algunos lo están haciendo empotrados). Esto deja casi sin testigos a las distintas masacres. Muy distinta sería la situación con decenas de reporteros recorriendo la franja. No serían pocas las historias que saldrían a la luz.

por Hernán Zin-viaje a la guerra-


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