Macri sobre FF.AA.: "Si se toma la vida de otras personas y son atentados contra la propiedad, es terrorismo"
Macri y una advertencia temeraria por el uso
En el lin que antecede puede leer toda la nota..Pero desde èste Blog curioso como siempre los invitamos a leer todo lo que en este posteo se cita para entender de por que el Presidente Macri,y el stablishment Norteamericano inglès..Acostumbran a desarrollar este tipo de enemigos como el Narcotràfico y el "Terrorismo de Estado"..
Veamos como en Mèxico tuvo y posee èxito este tipo de hegemonìa Nacroterrorismo..Que hoy inaugurase en Argentina o lo que alguna vez fuese una Naciòn..
Dado que a mi entender va a resultar custodia de los intereses de inversionistas "Privados" en materia de Energìa,Como ya estamos viendo en Neuquèn,..
Hace nada un General Argentino comprometido con la soberanìa.. Nos contaba esto que acontinuaciòn les detallo..Para que vayamos entendiendo que clase de Paìs vamos a tener o ya estamos viviendo
GRAL. HUGO BRUERA: “QUÉ VAN A HACER LAS FFAA. ¿PED...
El narcotráfico no busca hacerse del Gobierno sino, corromperlo. En dicho contexto un peligro importante es la oferta de delito que el narcotráfico ofrecerá a las FFAA como suele hacer. Teniendo FFAA mal pagas esa oferta podría funcionar ” (*Hugo Bruera con Litto Nebbia)
Oswaldo Zavala es una voz discordante en México. Zavala señala al capital transnacional como uno de los principales beneficiarios del clima de violencia durante la ‘guerra contra el narco’.
CARLOS HERAS RODRÍGUEZ / elsaltodiario.com
Lo que tenemos que comprender es que el securitarismo funciona de ese modo: crea un caos y luego ofrece gasolina para apagar el incendio. Tenemos que hacernos a un lado y pensar con mucha calma cada uno de estos estados, y cada uno tiene una lógica diferente. En el caso de Tamaulipas [estado fronterizo con Estados Unidos, en el noreste] hay recursos naturales, hay una disputa verdadera por ese territorio, pero no es entre narcos. ¿Por qué a un narco le interesa el gas shale? Si al narco le interesa la reforma energética, si juega a política con el Estado, si favorece a las fuerzas del Estado, si favorece a los intereses empresariales de la zona, si trabaja para expulsar a los pobres… ¿Por qué seguimos llamándole narco a esa fuerza destructora? Hay que pensar con más calma qué es esto.
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MÉXICO – NARCOS: Un relato de ficción para beneficio de multinacionales
Montserrat Mestre23/07/2018Investigación, Latinoamérica, Libros, México, PeriodismoMéxico, multinacionales, narcotráfico, Oswaldo Zabala
El periodista mexicano Oswaldo Zavala explica en su libro “Los cárteles no existen” que los “poderosos” cárteles de la droga, son un formidable enemigo inventado por el estado en base a un relato importado de EEUU. M. Mestre
¿Y si los cárteles mexicanos fuesen una ficción?
Oswaldo Zavala es una voz discordante en México. Zavala señala al capital transnacional como uno de los principales beneficiarios del clima de violencia durante la ‘guerra contra el narco’.
CARLOS HERAS RODRÍGUEZ / elsaltodiario.com
Hay títulos que sugieren y títulos que entran directos al combate. Los cárteles no existen (Malpaso, 2018) es de los segundos. El último ensayo del juarense Oswaldo Zavala es una declaración de guerra a los discursos oficiales sobre el crimen organizado en México. La idea central es que la “guerra contra las drogas” declarada por el presidente Felipe Calderón (2006-2012) es un intento del poder federal para recuperar el control de las economías clandestinas del país y los cárteles todopoderosos son la narrativa que legitima esa guerra. De fondo, retomando otras investigaciones, Zavala señala al capital transnacional y en particular al sector de la energía y las mineras como principales beneficiarios del clima de violencia en el país.
El ensayo también es una crítica: al periodismo, la literatura y las series de televisión que transmiten esa idea. Y una búsqueda: la de otras narrativas posibles sobre los regímenes de gobierno de la violencia y la criminalidad, que a veces llegan por accidente, desde Roberto Bolaño hasta Narcos.
Periodista curtido en su Ciudad Juárez natal y ahora profesor de literatura latinoamericana en la City University de Nueva York, Zavala desgrana su visión sobre la violencia, la cultura y el narcotráfico en una cafetería de la capital mexicana.
¿De qué hablamos cuando decimos que los cárteles no existen?
Hay dos preocupaciones en el libro: una es la cuestión del discurso, cómo hablamos de eso y la narrativa que se construye alrededor del cártel y de todo el aparato securitario. En el primer nivel al que me refiero con Los cárteles no existen tiene que ver con eso: de lo que hablamos cuando hablamos de narcos y de cárteles es una ficción estatal y ha sido construida muy cuidadosamente a lo largo de varias décadas en una relación de hegemonía y de sumisión que tenemos con Estados Unidos y su discurso securitario.
Son ellos los que empezaron a entender las ventajas de imaginar este enemigo, que permite que el aparato securitario estadounidense y el mexicano fluyan y entren en un acuerdo para activar determinadas cosas. Lo que sabemos sobre los narcos proviene más bien de instituciones oficiales y no tiene un fundamento real.
En el segundo nivel sí hablo de algo muy material: el hecho de que el narcotráfico en sí, como economía, tiene muy poca relación directa con el securitarismo. Claro que existen los narcotraficantes, nunca he dicho que no existan, y claro que la violencia es real. Pero los traficantes son agentes en lo social que no tienen el peso político, económico o cultural siquiera para determinar el sentido de lo que hace el Ejército, lo que hacen las policías y la política antidroga en general. Más bien se han convertido en una justificación para avanzar en esa política. La idea del cártel como dice el Estado que ocurre no es verificable. Cuando pensamos que la estamos verificando lo único que estamos haciendo es comprobar el discurso oficial. Por eso, de verdad no existe.
¿Cómo se explica entonces toda la violencia de los últimos años?
Con dificultad, y eso es parte del problema. El Estado nos ha acostumbrado a explicaciones fáciles, que además cubren el total entramado de la violencia en México. Lo que ha hecho el sistema político es tratar de tranquilizarnos por medio de esas explicaciones de guerras de cárteles, haciéndonos pensar que vivimos un conflicto armado en el cual hay por lo menos dos bandos: el Ejército y las fuerzas del Estado y estos agentes no estatales que organizan violencia.
No hay una capacidad de respuesta del otro lado, nunca hay un cártel que de repente aparece y mata a soldados. Y las víctimas de este conflicto armado generalmente son gente pobre
La violencia en México tiene una fecha de inicio muy específica, y antes de que empiece este incendio no tenemos esa presencia de los supuestos cárteles. Esta violencia coincide con la llegada del Ejército y la policía [federal] en todas estas zonas donde hay chingadazos -golpes muy fuertes- [esa intervención se da desde diciembre de 2006 y continúa; en estos doce años se han desplegado decenas de miles de soldados en tareas de seguridad pública].
No hablamos de un conflicto armado porque eso supondría que habría al menos otro bando que responde. Cuando las fuerzas armadas actúan, es muy raro que incluso salgan heridos soldados, mucho menos muertos. No hay una capacidad de respuesta del otro lado, nunca hay un cártel que de repente aparece y mata a soldados. Y las víctimas de este conflicto armado generalmente son gente pobre, desempleada de las ciudades más vulnerables del país. Del lado de los jefes, lo que tienes es otra visión, del lado de los capos tienes estos hombres precarios y súper vulnerables al poder oficial una vez caen en su red. Como el Chapo.
¿Quiénes ejercen la violencia en México?
En esta violencia hay un actor que es el fundamental, las fuerzas del Estado: el Ejército y Policía Federal, sobre todo. Y una multiplicidad de otros actores que generalmente son los que reciben la violencia: pandilleros, traficantes de poca monta, muchos policías estatales y gente inocente, desde luego.
Habría primero que categorizar qué cosa decimos cuando decimos conflicto armado, porque esto no es una guerra civil, no son cinco bandos destruyendo Yugoslavia. Aquí no hay un Estado fallido, esa es otra de las ficciones que vende el propio sistema. Hay una enorme violencia y una enorme conflagración, y la respuesta del Estado es mandar más ejército, hacer crecer más el aparato securitario, el mismo que con su intervención desató la violencia.
Lo que tenemos que comprender es que el securitarismo funciona de ese modo: crea un caos y luego ofrece gasolina para apagar el incendio. Tenemos que hacernos a un lado y pensar con mucha calma cada uno de estos estados, y cada uno tiene una lógica diferente. En el caso de Tamaulipas [estado fronterizo con Estados Unidos, en el noreste] hay recursos naturales, hay una disputa verdadera por ese territorio, pero no es entre narcos. ¿Por qué a un narco le interesa el gas shale? Si al narco le interesa la reforma energética, si juega a política con el Estado, si favorece a las fuerzas del Estado, si favorece a los intereses empresariales de la zona, si trabaja para expulsar a los pobres… ¿Por qué seguimos llamándole narco a esa fuerza destructora? Hay que pensar con más calma qué es esto.
La violencia es muy claramente dirigida, no es caótica, México no está en llamas. Ciudades como Ciudad de México son respetadas. En Ciudad Juárez la clase alta vive con muchísima calma, nadie jamás los molesta. Tenemos una multiplicidad de escenarios y hay que entender la lógica política de cada uno. Eso es lo que más me preocupa, que el discurso securitario borra la cuestión política de la pregunta.
Tú señalas que muchas narrativas periodísticas, a pesar de ser críticas con el operar de algunos de sus agentes, legitiman la actuación del Estado en tanto que aceptan sus marcos discursivos.
Eso se explica por varias razones: de entrada, hablar del narco ya es un problema, seguir discutiendo del narcotraficante como el centro de nuestro problema ya es un error. A partir de ahí, lo que hacen muchos periodistas es constatar la versión oficial. Ellos reportean —yo no digo que ellos voluntariamente son voceros del sistema, porque no lo son—, salen a la calle, hay un tiroteo, lo observan y la primera pregunta no es qué pasó, sino cuál cártel está atacando a cuál.
¿Entonces a quién se acercan para tener esa información? A los traficantes no, porque no se la van a dar. No se va a acercar al muerto porque ya está muerto y tampoco a los ejecutores porque ya se fueron. Entonces lo único que queda es buscar a la instancia oficial. Y la instancia oficial, en un país de casi perfecta impunidad, tiene una respuesta en menos de 24 horas. En 24 horas los policías gloriosos de la PGR [Procuraduría General de la República, Fiscalía] ya saben quién le tiró a quién.
Hablas de algunas series como Narcos, ¿qué suponen estas narrativas de espectacularización y mitificación del narcotráfico?
Creo que estas series son productos culturales que van a expandirse porque ya hay una hegemonía y un consenso sobre esto. Narcos me parece muy interesante para ver cómo se cuenta a sí mismo el discurso securitario estadounidense.
Está este agente de la DEA [Steve Murphy, protagonista y narrador de las dos primeras temporadas] que nos está dando la narración sobre cómo ellos imaginaron la cuestión securitaria de una manera deshonesta y llena de agujeros. Ellos ven lo que quieren ver, y lo que ven es que hay una amenaza que no existe, pero que ellos ya interiorizaron y tienen que ir a pelearla. Antes de que ellos lleguen a Colombia no hay amenaza en Colombia. Los cárteles, palabra que no existe, [entonces no se usaba en Colombia para hablar del narcotráfico], ellos la traen con su turismo securitario. Los traficantes de Medellín estaban haciendo escuelas, moviendo droga y ya. El único objetivo de Pablo Escobar era hacerse diputado, legitimarse en la esfera política. No están peleando contra el Estado, no están disputándole el poder al presidente, más bien lo que quieren es convertirse en uno de los agentes políticos.
En el primer capítulo (de Narcos) se ve un dron volando, escuchan una conversación entre dos traficantes, Steve Murphy recibe la información y se la pasa al militar encargado de cuestiones securitarias en Colombia, que ha sido creado en buena medida gracias a dinero estadounidense, y lo invita a que haga algo. Y ese hacer algo es ir a reventar a balazos ese lugar. Estamos hablando de una amenaza de los narcos, pero los primeros que disparan son los militares invitados por los estadounidenses. Creo que la gran virtud de Narcos es mostrar esa relación de poder desnuda. Nos está mostrando cómo la hegemonía estadounidense militariza Colombia.
Cuando empiezan los madrazos (golpes) en 2008 cambia la presidencia de Estados Unidos. Y lo que es más fascinante de esta historia es que el presidente más progre es el que más cínicamente apoya la guerra contra el narco. Quien de una manera más sucia financia la matanza. Continúa la Iniciativa Mérida [plan de cooperación en seguridad entre Estados Unidos y México] y no hay una palabra del Ejército y los delitos de lesa humanidad. No se habla de la violación de Derechos Humanos. Por el contrario, Obama hace varias ruedas de prensa conjuntas donde dice que Calderón es un héroe, un hombre valiente y arriesgado.
Al mismo tiempo, su secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha construido una oficina para comenzar un aparato de todo el lobby político para la apertura energética. Hay cables filtrados donde se habla explícitamente de la reforma energética. Hay una militarización financiada por Estados Unidos, que está haciendo todo el trabajo político para abrir México y entrar con las transnacionales en las zonas donde está el Ejército.
Es un poco contraintuitivo pensar que extremar la violencia en ciertas zonas fomente una apertura empresarial.
Se necesita el Ejército en esas zonas por muchas razones. Muchos de esos territorios son viejas comunidades ejidales [tierras con un régimen de propiedad común]. Para deshacer un ejido, habría un problema legal y constitucional extraordinario que viene desde la Revolución. Son años de litigación, imagina una comunidad ejidal donde hay gente trabajando y al mismo tiempo hay un enorme yacimiento de gas, como en el Valle de Juárez. ¿Qué ocurre? Llega una guerra contra el narco, cuelgas a cinco cabrones y desplazas completamente el ejido y por seguridad el Ejército toma el control. Una vez que el gobierno federal se apropia de estos territorios empiezan las licitaciones, empieza la exploración, empieza el fracking y empieza el extractivismo.
El Ejército garantiza seguridad, garantiza estabilidad territorial y sobre todo garantiza que no les pase nada a las multinacionales una vez que entran. Todas las transnacionales cuentan con seguridad oficial y privada, pero sobre todo cuentan con la garantía del Estado de que esos territorios no van a entrar en disputa. Y para eso necesitas un ejército de ocupación.
Macri y una advertencia temeraria por el uso
En el lin que antecede puede leer toda la nota..Pero desde èste Blog curioso como siempre los invitamos a leer todo lo que en este posteo se cita para entender de por que el Presidente Macri,y el stablishment Norteamericano inglès..Acostumbran a desarrollar este tipo de enemigos como el Narcotràfico y el "Terrorismo de Estado"..
Veamos como en Mèxico tuvo y posee èxito este tipo de hegemonìa Nacroterrorismo..Que hoy inaugurase en Argentina o lo que alguna vez fuese una Naciòn..
Dado que a mi entender va a resultar custodia de los intereses de inversionistas "Privados" en materia de Energìa,Como ya estamos viendo en Neuquèn,..
Hace nada un General Argentino comprometido con la soberanìa.. Nos contaba esto que acontinuaciòn les detallo..Para que vayamos entendiendo que clase de Paìs vamos a tener o ya estamos viviendo
GRAL. HUGO BRUERA: “QUÉ VAN A HACER LAS FFAA. ¿PED...
El narcotráfico no busca hacerse del Gobierno sino, corromperlo. En dicho contexto un peligro importante es la oferta de delito que el narcotráfico ofrecerá a las FFAA como suele hacer. Teniendo FFAA mal pagas esa oferta podría funcionar ” (*Hugo Bruera con Litto Nebbia)
Oswaldo Zavala es una voz discordante en México. Zavala señala al capital transnacional como uno de los principales beneficiarios del clima de violencia durante la ‘guerra contra el narco’.
CARLOS HERAS RODRÍGUEZ / elsaltodiario.com
Lo que tenemos que comprender es que el securitarismo funciona de ese modo: crea un caos y luego ofrece gasolina para apagar el incendio. Tenemos que hacernos a un lado y pensar con mucha calma cada uno de estos estados, y cada uno tiene una lógica diferente. En el caso de Tamaulipas [estado fronterizo con Estados Unidos, en el noreste] hay recursos naturales, hay una disputa verdadera por ese territorio, pero no es entre narcos. ¿Por qué a un narco le interesa el gas shale? Si al narco le interesa la reforma energética, si juega a política con el Estado, si favorece a las fuerzas del Estado, si favorece a los intereses empresariales de la zona, si trabaja para expulsar a los pobres… ¿Por qué seguimos llamándole narco a esa fuerza destructora? Hay que pensar con más calma qué es esto.
Pájaro Rojo > Periodismo > Investigación > MÉXICO – NARCOS: Un relato…
MÉXICO – NARCOS: Un relato de ficción para beneficio de multinacionales
Montserrat Mestre23/07/2018Investigación, Latinoamérica, Libros, México, PeriodismoMéxico, multinacionales, narcotráfico, Oswaldo Zabala
El periodista mexicano Oswaldo Zavala explica en su libro “Los cárteles no existen” que los “poderosos” cárteles de la droga, son un formidable enemigo inventado por el estado en base a un relato importado de EEUU. M. Mestre
¿Y si los cárteles mexicanos fuesen una ficción?
Oswaldo Zavala es una voz discordante en México. Zavala señala al capital transnacional como uno de los principales beneficiarios del clima de violencia durante la ‘guerra contra el narco’.
CARLOS HERAS RODRÍGUEZ / elsaltodiario.com
Hay títulos que sugieren y títulos que entran directos al combate. Los cárteles no existen (Malpaso, 2018) es de los segundos. El último ensayo del juarense Oswaldo Zavala es una declaración de guerra a los discursos oficiales sobre el crimen organizado en México. La idea central es que la “guerra contra las drogas” declarada por el presidente Felipe Calderón (2006-2012) es un intento del poder federal para recuperar el control de las economías clandestinas del país y los cárteles todopoderosos son la narrativa que legitima esa guerra. De fondo, retomando otras investigaciones, Zavala señala al capital transnacional y en particular al sector de la energía y las mineras como principales beneficiarios del clima de violencia en el país.
El ensayo también es una crítica: al periodismo, la literatura y las series de televisión que transmiten esa idea. Y una búsqueda: la de otras narrativas posibles sobre los regímenes de gobierno de la violencia y la criminalidad, que a veces llegan por accidente, desde Roberto Bolaño hasta Narcos.
Periodista curtido en su Ciudad Juárez natal y ahora profesor de literatura latinoamericana en la City University de Nueva York, Zavala desgrana su visión sobre la violencia, la cultura y el narcotráfico en una cafetería de la capital mexicana.
¿De qué hablamos cuando decimos que los cárteles no existen?
Hay dos preocupaciones en el libro: una es la cuestión del discurso, cómo hablamos de eso y la narrativa que se construye alrededor del cártel y de todo el aparato securitario. En el primer nivel al que me refiero con Los cárteles no existen tiene que ver con eso: de lo que hablamos cuando hablamos de narcos y de cárteles es una ficción estatal y ha sido construida muy cuidadosamente a lo largo de varias décadas en una relación de hegemonía y de sumisión que tenemos con Estados Unidos y su discurso securitario.
Son ellos los que empezaron a entender las ventajas de imaginar este enemigo, que permite que el aparato securitario estadounidense y el mexicano fluyan y entren en un acuerdo para activar determinadas cosas. Lo que sabemos sobre los narcos proviene más bien de instituciones oficiales y no tiene un fundamento real.
En el segundo nivel sí hablo de algo muy material: el hecho de que el narcotráfico en sí, como economía, tiene muy poca relación directa con el securitarismo. Claro que existen los narcotraficantes, nunca he dicho que no existan, y claro que la violencia es real. Pero los traficantes son agentes en lo social que no tienen el peso político, económico o cultural siquiera para determinar el sentido de lo que hace el Ejército, lo que hacen las policías y la política antidroga en general. Más bien se han convertido en una justificación para avanzar en esa política. La idea del cártel como dice el Estado que ocurre no es verificable. Cuando pensamos que la estamos verificando lo único que estamos haciendo es comprobar el discurso oficial. Por eso, de verdad no existe.
¿Cómo se explica entonces toda la violencia de los últimos años?
Con dificultad, y eso es parte del problema. El Estado nos ha acostumbrado a explicaciones fáciles, que además cubren el total entramado de la violencia en México. Lo que ha hecho el sistema político es tratar de tranquilizarnos por medio de esas explicaciones de guerras de cárteles, haciéndonos pensar que vivimos un conflicto armado en el cual hay por lo menos dos bandos: el Ejército y las fuerzas del Estado y estos agentes no estatales que organizan violencia.
No hay una capacidad de respuesta del otro lado, nunca hay un cártel que de repente aparece y mata a soldados. Y las víctimas de este conflicto armado generalmente son gente pobre
La violencia en México tiene una fecha de inicio muy específica, y antes de que empiece este incendio no tenemos esa presencia de los supuestos cárteles. Esta violencia coincide con la llegada del Ejército y la policía [federal] en todas estas zonas donde hay chingadazos -golpes muy fuertes- [esa intervención se da desde diciembre de 2006 y continúa; en estos doce años se han desplegado decenas de miles de soldados en tareas de seguridad pública].
No hablamos de un conflicto armado porque eso supondría que habría al menos otro bando que responde. Cuando las fuerzas armadas actúan, es muy raro que incluso salgan heridos soldados, mucho menos muertos. No hay una capacidad de respuesta del otro lado, nunca hay un cártel que de repente aparece y mata a soldados. Y las víctimas de este conflicto armado generalmente son gente pobre, desempleada de las ciudades más vulnerables del país. Del lado de los jefes, lo que tienes es otra visión, del lado de los capos tienes estos hombres precarios y súper vulnerables al poder oficial una vez caen en su red. Como el Chapo.
¿Quiénes ejercen la violencia en México?
En esta violencia hay un actor que es el fundamental, las fuerzas del Estado: el Ejército y Policía Federal, sobre todo. Y una multiplicidad de otros actores que generalmente son los que reciben la violencia: pandilleros, traficantes de poca monta, muchos policías estatales y gente inocente, desde luego.
Habría primero que categorizar qué cosa decimos cuando decimos conflicto armado, porque esto no es una guerra civil, no son cinco bandos destruyendo Yugoslavia. Aquí no hay un Estado fallido, esa es otra de las ficciones que vende el propio sistema. Hay una enorme violencia y una enorme conflagración, y la respuesta del Estado es mandar más ejército, hacer crecer más el aparato securitario, el mismo que con su intervención desató la violencia.
Lo que tenemos que comprender es que el securitarismo funciona de ese modo: crea un caos y luego ofrece gasolina para apagar el incendio. Tenemos que hacernos a un lado y pensar con mucha calma cada uno de estos estados, y cada uno tiene una lógica diferente. En el caso de Tamaulipas [estado fronterizo con Estados Unidos, en el noreste] hay recursos naturales, hay una disputa verdadera por ese territorio, pero no es entre narcos. ¿Por qué a un narco le interesa el gas shale? Si al narco le interesa la reforma energética, si juega a política con el Estado, si favorece a las fuerzas del Estado, si favorece a los intereses empresariales de la zona, si trabaja para expulsar a los pobres… ¿Por qué seguimos llamándole narco a esa fuerza destructora? Hay que pensar con más calma qué es esto.
La violencia es muy claramente dirigida, no es caótica, México no está en llamas. Ciudades como Ciudad de México son respetadas. En Ciudad Juárez la clase alta vive con muchísima calma, nadie jamás los molesta. Tenemos una multiplicidad de escenarios y hay que entender la lógica política de cada uno. Eso es lo que más me preocupa, que el discurso securitario borra la cuestión política de la pregunta.
Tú señalas que muchas narrativas periodísticas, a pesar de ser críticas con el operar de algunos de sus agentes, legitiman la actuación del Estado en tanto que aceptan sus marcos discursivos.
Eso se explica por varias razones: de entrada, hablar del narco ya es un problema, seguir discutiendo del narcotraficante como el centro de nuestro problema ya es un error. A partir de ahí, lo que hacen muchos periodistas es constatar la versión oficial. Ellos reportean —yo no digo que ellos voluntariamente son voceros del sistema, porque no lo son—, salen a la calle, hay un tiroteo, lo observan y la primera pregunta no es qué pasó, sino cuál cártel está atacando a cuál.
¿Entonces a quién se acercan para tener esa información? A los traficantes no, porque no se la van a dar. No se va a acercar al muerto porque ya está muerto y tampoco a los ejecutores porque ya se fueron. Entonces lo único que queda es buscar a la instancia oficial. Y la instancia oficial, en un país de casi perfecta impunidad, tiene una respuesta en menos de 24 horas. En 24 horas los policías gloriosos de la PGR [Procuraduría General de la República, Fiscalía] ya saben quién le tiró a quién.
Hablas de algunas series como Narcos, ¿qué suponen estas narrativas de espectacularización y mitificación del narcotráfico?
Creo que estas series son productos culturales que van a expandirse porque ya hay una hegemonía y un consenso sobre esto. Narcos me parece muy interesante para ver cómo se cuenta a sí mismo el discurso securitario estadounidense.
Está este agente de la DEA [Steve Murphy, protagonista y narrador de las dos primeras temporadas] que nos está dando la narración sobre cómo ellos imaginaron la cuestión securitaria de una manera deshonesta y llena de agujeros. Ellos ven lo que quieren ver, y lo que ven es que hay una amenaza que no existe, pero que ellos ya interiorizaron y tienen que ir a pelearla. Antes de que ellos lleguen a Colombia no hay amenaza en Colombia. Los cárteles, palabra que no existe, [entonces no se usaba en Colombia para hablar del narcotráfico], ellos la traen con su turismo securitario. Los traficantes de Medellín estaban haciendo escuelas, moviendo droga y ya. El único objetivo de Pablo Escobar era hacerse diputado, legitimarse en la esfera política. No están peleando contra el Estado, no están disputándole el poder al presidente, más bien lo que quieren es convertirse en uno de los agentes políticos.
En el primer capítulo (de Narcos) se ve un dron volando, escuchan una conversación entre dos traficantes, Steve Murphy recibe la información y se la pasa al militar encargado de cuestiones securitarias en Colombia, que ha sido creado en buena medida gracias a dinero estadounidense, y lo invita a que haga algo. Y ese hacer algo es ir a reventar a balazos ese lugar. Estamos hablando de una amenaza de los narcos, pero los primeros que disparan son los militares invitados por los estadounidenses. Creo que la gran virtud de Narcos es mostrar esa relación de poder desnuda. Nos está mostrando cómo la hegemonía estadounidense militariza Colombia.
Cuando empiezan los madrazos (golpes) en 2008 cambia la presidencia de Estados Unidos. Y lo que es más fascinante de esta historia es que el presidente más progre es el que más cínicamente apoya la guerra contra el narco. Quien de una manera más sucia financia la matanza. Continúa la Iniciativa Mérida [plan de cooperación en seguridad entre Estados Unidos y México] y no hay una palabra del Ejército y los delitos de lesa humanidad. No se habla de la violación de Derechos Humanos. Por el contrario, Obama hace varias ruedas de prensa conjuntas donde dice que Calderón es un héroe, un hombre valiente y arriesgado.
Al mismo tiempo, su secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha construido una oficina para comenzar un aparato de todo el lobby político para la apertura energética. Hay cables filtrados donde se habla explícitamente de la reforma energética. Hay una militarización financiada por Estados Unidos, que está haciendo todo el trabajo político para abrir México y entrar con las transnacionales en las zonas donde está el Ejército.
Es un poco contraintuitivo pensar que extremar la violencia en ciertas zonas fomente una apertura empresarial.
Se necesita el Ejército en esas zonas por muchas razones. Muchos de esos territorios son viejas comunidades ejidales [tierras con un régimen de propiedad común]. Para deshacer un ejido, habría un problema legal y constitucional extraordinario que viene desde la Revolución. Son años de litigación, imagina una comunidad ejidal donde hay gente trabajando y al mismo tiempo hay un enorme yacimiento de gas, como en el Valle de Juárez. ¿Qué ocurre? Llega una guerra contra el narco, cuelgas a cinco cabrones y desplazas completamente el ejido y por seguridad el Ejército toma el control. Una vez que el gobierno federal se apropia de estos territorios empiezan las licitaciones, empieza la exploración, empieza el fracking y empieza el extractivismo.
El Ejército garantiza seguridad, garantiza estabilidad territorial y sobre todo garantiza que no les pase nada a las multinacionales una vez que entran. Todas las transnacionales cuentan con seguridad oficial y privada, pero sobre todo cuentan con la garantía del Estado de que esos territorios no van a entrar en disputa. Y para eso necesitas un ejército de ocupación.
Lea completamente aquì la nota a lo que un valiente y lùcido periodismo puede acercar a nuestras mentes dèbiles y enfermas de poder ficticio..
MÉXICO – NARCOS: Un relato de ficción para beneficio de multinacionales
MÉXICO – NARCOS: Un relato de ficción para beneficio de multinacionales
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